lunes, 26 de noviembre de 2007

Miedo: el arma más poderosa

La guerra de las galaxias, Episodio I: La amenaza fantasma, me pareció una película decepcionante cuando la vi, tal vez por las exacerbadas expectativas que generó en su momento. Sin embargo, hubo una frase que me marcó desde que la vi en el tráiler de la cinta, y es el momento filosófico en el cual el maestro Yoda, ante la insolencia de Anakin Skywalker, le dice una frase que es en realidad una lección de vida: “el miedo conduce a la rabia; la rabia conduce al odio; y el odio conduce al sufrimiento”.

Si tomamos esta trilogía de la Guerra de las Galaxias (Episodios I, II y III) y le quitamos todo ese fetiche generado por computadora que tiene su máxima expresión en Jar Jar Binks, nos queda la historia de Anakin Skywalker. Pero si vamos un poco más allá y analizamos las acciones del “Senador Palpatine” nos quedamos con una crónica política aplicable casi a cualquier gobierno de occidente en la actualidad: cómo alguien utiliza el miedo para apoderarse de los ciudadanos.

En el Episodio I Palpatine se aprovecha del miedo que tiene la Reina Amidala de no poder salvar a su pueblo. Le dice que la República Galáctica se ha convertido en un sistema corrupto, y que la única forma de salvar a su pueblo es aprobando un voto de censura contra Vallorum. Varias peleas de sables láser después, Palpatine asume como Canciller. En el Episodio II, se habla de una amenaza separatista, que sólo puede ser contrarrestada con la creación de un “Gran Ejército de la República”. Varias batalles espaciales después, el miedo se apodera del senado, así que se aprueba la creación del ejército. Finalmente en el Episodio III, ante la creciente amenaza del ejército separatista, Palpatine logra convencer la República de que la única forma de ganar es que le den poderes absolutos para gobernar la Galaxia. Utilizando el miedo de los senadores ante esta “amenaza separatista” (que, como bien sabemos, es controlada por él) se aprueba la moción que le da todos los poderes absolutos y lo convierten en Emperador. Ante el aplauso de los senadores, la senadora Padmé mira a su alrededor y sólo alcanza a decir: “así es como muere la libertad, con un aplauso estruendoso”.

Ojalá todo este asunto de la manipulación del miedo se limitara a algo que ocurrió hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana… Sin embargo, seguimos teniendo ejemplos de la utilización del miedo en nuestro día a día. En el 2004, una “casual” aparición de Osama Bin Laden en la TV norteamericana le dio el último impulso a Bush para que lograse ganarle (por muy poco) las elecciones presidenciales al demócrata John Kerry. El terrorismo fundamentalista islámico es sólo el más reciente de una larga lista de “enemigos” que han poblado la psique norteamericana, desde los nazis a los comunistas, pasando por el “imperialismo económico” japonés de la década de los 80. Sólo las grandes corporaciones y el ejército de “marines” los protegen del malvado sistema socialista y la jihad islámica perpetua.

Precisamente en la antípoda ideológica (porque en los métodos son iguales) se encuentra la izquierda latinoamericana que ve en los Estados Unidos a la encarnación de la amenaza absoluta. El mensaje anti-norteamericano es muy simple: su ejército malvado y sus corporaciones imperialistas nos van a invadir en cualquier momento, y por esta razón es necesario un gobierno fuerte lleno de milicias dispuestas a dar la vida por el líder único, quien es el gran muro de contención para protegernos de esta “amenaza fantasma”. En el lado de los no-alineados con el socialismo, la gran amenaza es precisamente este Estado todopoderoso que los va a borrar del mapa, como si jamás hubiesen existido.

El miedo es un arma poderosa, pues cuando uno logra que quien lo tenga es el otro, uno está en control. El asaltante que tiene el arma puede darse el lujo de pensar, mientras el asaltado tiene la mente ocupada en generar pavor. Es importante no dejarse manipular por el miedo, porque sólo en paz y con la mente en claro se pueden tomar las decisiones correctas. Caer en el miedo, como dice Yoda, es darle paso a la rabia, después al odio y finalmente, al sufrimiento.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Incoherencias bolivarianas I: “hijitos de papá y mamá”

Nací y crecí en San Bernardino, cerca de la Quinta Anauco. Siempre me pareció sumamente curioso vivir tan cerca de la casa de Bolívar. Luego, un día caminando cerca de mi colegio, en San Bernardino arriba, descubrí que había otra casa de Bolívar por allá. Y después, casi me caigo para atrás como Condorito cuando me dijeron que la “Casa Natal del Libertador” era otra. ¿Cuántas casas tenía Bolívar?

Es importante hacerse esta pregunta, aunque parezca tonta, en un momento cuando se busca deslegitimar el movimiento estudiantil porque son “hijos de papá y mamá”; especialmente cuando quien lo hace se llama a sí mismo “bolivariano”. Bolívar, Sucre, Bello, Urdaneta… todos eran “hijos de papá y mamá”. Tal vez uno de los pocos próceres de origen humilde, Pedro Camejo (mejor conocido como “Negro Primero”), tiene rabo de paja, pues cuando comenzó la guerra independentista combatió a favor de los realistas. Lejos de juzgarlo por esta decisión, creo que sería interesante pensar qué clase de “joyitas” eran los mantuanos de la época para que el tipo prefiriese combatir a favor del rey.

Algo a tomar en cuenta también: el “hijo de papá y mamá” llamado Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, a pesar de que fue presidente de Venezuela durante dos años y de la Gran Colombia cerca de 11, jamás abolió la esclavitud. Esto ocurrió apenas 24 años después de su muerte, durante la presidencia de José Gregorio Monagas. Un poco curioso, considerando que la prioridad de la guerra era la lograr la “libertad”. Habría que preguntarse, ¿libertad para quién? Tal vez igual que ahora que se enarbola la bandera de igualdad, pero… ¿igualdad para quién?

Cabe destacar que el propósito de este escrito no es justificar el movimiento estudiantil actual ni atacar a Bolívar, simplemente llamar la atención sobre el hecho que los “hijos de papá y mamá” de hace 200 años son los héroes, mientras los de hoy en día son los villanos. ¿Por qué?

Podríamos tener una clave al estudiar uno de los principales modelos de los “bolivarianos”: Ezequiel Zamora, hombre que proclamó el “odio a los godos”. Cuando se parte del odio hacia todo aquel que haya tenido acceso a la educación, no es difícil entender que Martín Espinoza, uno de los soldados de Zamora, viera como enemigo de la nación a todo aquel blanco que supiera leer y escribir. Lo verdaderamente difícil de entender es cómo se pretendía hacer un mejor país exterminando a todo aquel que no fuera analfabeta. Cabe darle el beneficio de la duda, porque viendo el presente, creo que el resultado no habría sido tan distinto.

jueves, 22 de noviembre de 2007

La campaña socialista

Hace más o menos 6 años tuve la oportunidad de hacer una pasantía en RCTV. El primer mes completo lo pasé en el archivo del canal revisando material viejo y clasificándolo, pues se suponía que la planta iba a comenzar a transmitir un programa tipo “retro” con material de archivo. Eso nunca ocurrió.

Lo interesante de esta experiencia personal es que, entre muchos capítulos de Popylandia y algunos de Sonoclips, pude ver emisiones de El Observador de 1983. Me sorprendió ver que el contenido no ha variado mucho en todos estos años, a pesar de todo lo que ha cambiado el país. Igual se abría el programa con la sección de sucesos hablando del terrible número de muertos en Caracas por semana; igual se trataban algunos problemas de vivienda, inflación e inseguridad… Y a pesar de que eran otros tiempos, el mensaje que daba el canal es el mismo de hoy: ¡el gobierno tiene que hacer algo!

Por esta razón, no me sorprende para nada el hecho que hoy por hoy un grupo importante de venezolanos crea en el socialismo, y en un Estado omnipresente como la única respuesta a todos los problemas. Después de todo, es el único mensaje que han emitido nuestros noticieros por los menos por los últimos veinte años. Incluso hoy es fácil reconocer la línea editorial de un canal en base a esto: los oficialistas dicen todas las maravillas que ha hecho el gobierno, mientras los opositores destacan todos los problemas que el gobierno no resuelve. El mensaje al final es el mismo: el gobierno tiene que hacerlo todo.

El caso de la inseguridad me parece el renglón más bochornoso y lamentable. En este apartado, lo único que está en manos del gobierno es reprimir y esto no elimina el problema de raíz; tal vez más educación y justicia social darían mejores resultados. Si en este apartado usted piensa “es que la educación y justicia social son responsabilidad del gobierno”, me estará dando la razón.

Si estuviéramos en un sistema verdaderamente capitalista o de economía mixta, ¿no deberíamos culpar de la pobreza al gobierno Y a las empresas y corporaciones privadas? Sí, especialmente porque la misión de la empresa privada en cualquier economía de mercado no sólo es hacer plata, sino también generar bienestar entre los habitantes del país. Las empresas de este país durante décadas evadieron esta responsabilidad, endosándosela exclusivamente al gobierno, ¿verdaderamente están sorprendidos con la llegada del socialismo?

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Otro blog más... y con este nombre

Finalmente ocurrió, escribí mi blog. Después de mucho tiempo pensándolo (tal vez demasiado) decidí finalmente plasmar en este pequeño punto de Internet todos mis pensamientos con respecto a muchas cosas. En el fondo, creo que no había escrito porque me parecía que las apreciaciones de un simple ciudadano de a pie no necesariamente son valiosas, pero creo que esto no lo decido yo, sino ustedes. Cualquiera que lea este blog, y el contenido aquí escrito decidirá si algo le parece interesante o no.

Con respecto al nombre, es evidentemente una referencia a los trabajos de Isaac Asimov y Philip K. Dick. Debo admitir vergonzosamente que todavía no he leído sus trabajos de primera mano, sino que he visto adaptaciones cinematográficas de los mismos. Sin embargo, hay algo importantísimo en estos trabajos, y es cómo toman conceptos cotidianos y lo transforman en algo complejo y novedoso que nos enseña una lección sobre humanidad.

Los seres humanos a veces nos comportamos como robots. Las creencias (ideológicas o religiosas) funcionan como un programa que nos enseña cómo pensar y reaccionar ante determinados estímulos. ¿Será posible que dejemos de lado esas instrucciones para darnos el tiempo y espacio para reflexionar?