
Corría el siglo III y el cristianismo se convertía en la religión oficial de la República Romana. En medio de los profundos cambios sociales que conllevaba esta medida, un humilde campesino se acercó a uno de los nuevos templos patrocinados por el Emperador Constantino II.
Un sacerdote cristiano, que se encontraba haciendo las labores cotidianas de la época (¿?) lo recibió.
SACERDOTE: Buenas tardes, hijo. ¿Lo puedo ayudar en algo?
CAMPESINO: Por supuesto, padre… Vengo porque me enteré de que el Cristianismo es la nueva religión de la República, y quería saber si yo podía seguir siendo pagano.
El padre frunció el entrecejo y luego respondió:
SACERDOTE: Por supuesto que puede seguirlo siendo… Digo, si no le importa ser condenado como hereje.
CAMPESINO: Depende, si voy a morir quemado en la hoguera, sí…
SACERDOTE: Eso es un problema entonces, hijo…
Dijo el sacerdote, y después se rascó la cabeza. El campesino, muy preocupado, le insistió.
CAMPESINO: Verá, sacerdote… El problema es que con los dioses que tengo me va muy bien: Saturno es el dios de la siembra, y Consus y Ops los dioses de la cosecha… ¡Tres Dioses! En cambio, en el cristianismo hay un solo Dios, y además tengo entendido que se ocupa de todo, y me preocupa que si tiene tantas cosas por hacer, no tenga tiempo para mis cosechas…
SACERDOTE: Entiendo… Es una preocupación válida, pero Dios escucha las plegarias de todos. Es un Dios misericordioso que le ama, le quiere, y envió a su hijo a dar la vida por nosotros… Claro, también puede enviarlo a sufrir una eternidad al infierno…
CAMPESINO: Ya. Mire, tengo entendido que en esta religión hay ángeles… ¿Será que ellos pueden ayudarme con mis cosechas?
SACERDOTE: Emmm… Tal vez deba consultar la Biblia; pero igual tengo entendido que el trabajo de ellos es algo así como mensajeros, así que no se haga ilusiones.
CAMPESINO: Entonces me dice que Dios tiene que ocuparse de todo el mundo, y los ángeles tampoco pueden ayudarme… Creo que es más negocio seguir en eso del paganismo.
SACERDOTE: ¡Hombre, no! Que apenas estamos comenzando con esta religión y no podemos estar quemando gente… al menos hasta la Edad Media.
El campesino, ignorando por completo las palabras del sacerdote, desinteresadamente comenzó a marchar hacia la puerta del templo; pero súbitamente el cura corrió tras él y lo detuvo.
SACERDOTE: Un momento… (Dijo, pensando muy bien sus palabras). ¿Qué le parece un Santo?
CAMPESINO: ¿Un Santo?
SACERDOTE: Sí. No es exactamente Dios. No es un ángel. Es alguien bueno, que le puede ayudar.
CAMPESINO: Pero, ¿ustedes no dicen que hay que adorar nada más a Dios?
El sacerdote quedó en silencio, pensando.
SACERDOTE: Sí, verá… (Dijo pausadamente) Es que estos “santos”, son como una especie de ayudantes que le comunican con Dios…
CAMPESINO: ¿Y no dijo que eso es lo que hacían los ángeles?
SACERDOTE: Sí, pero los Santos… son diferentes de los ángeles… porque… bueno… no tienen… alas.
CAMPESINO: Eso suena muy bien… Pero, igual me voy a ir por el paganismo. Es que me gusta eso de ir con la estatua, peregrinar con todos los campesinos… Es muy pintoresco.
SACERDOTE: Pues, fíjese qué casualidad… Con los Santos también se puede hacer eso. Si quiere puede peregrinar con él…
CAMPESINO: ¿Peregrinar con un Santo? Nahhh… (Gruñó con desgano) Tendría que hacer la estatua, y todo eso…
SACERDOTE: No necesariamente… Vamos a buscar una solución. ¿Qué tiene usted en su casa?
CAMPESINO: Bueno, una figura de Saturno…
CAMPESINO: Es un hombre barbudo, con un bastón, y tiene la toga romana…
Sentenció el pueblerino, mientras el cura lo miraba fijamente, antes de estallar en alegría diciendo:
SACERDOTE: Pues, no me lo va a creer… ¡El Santo Patrono de los Campesinos, es exactamente así!
El campesino, feliz como una lombriz, respondió:
CAMPESINO: ¡Guao! Esta religión es lo máximo…
Y fue así como ese Santo sin nombre, creció hasta convertirse en

San Isidro Labrador…