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lunes, 25 de agosto de 2008

Tecnología, economía y medio ambiente


Hace un par de semanas vi Wall-E y debo admitir que me gustó bastante. En principio, es refrescante ver cómo la ultraconservadora Disney retoma su espíritu original (el de su fundador, Walt) para contar una historia de estas características. Por un lado, corren el riesgo de hacer una historia que (al menos en la primera mitad) tiene el mínimo de diálogos, y poéticas imágenes que rayan en la distopía; pero más importante aún, Disney se deja de peroratas políticamente correctas y finalmente lanza un claro mensaje en contra del consumismo y los monopolios. Una vez más, las corporaciones demuestran algo que le falta a muchos gobiernos: autocrítica.

Es bueno ver cómo el asunto de la ecología poco a poco va cobrando fuerza en el discurso audiovisual. Alegra ver que no todo murió con el Oscar a Una verdad incómoda y el Nobel para Al Gore. Esperemos que lo de los autos híbridos, además de la búsqueda de otras fuentes de energía renovables, no se queden sólo en una moda.

También resulta esperanzador es que algunas compañías descubran que el reciclaje no sólo ayuda al planeta tierra, sino también a sus bolsillos. Por ejemplo, ante el creciente precio del petróleo y los costos cada vez más elevados de los pasajes aéreos, Delta Airlines decidió suprimir la impresión de tickets. Ahora todo lo harán a través de boletos electrónicos, lo que no solamente simplifica el proceso y le ahorra millones de dólares a la compañía, sino que también significará el ahorro de toneladas de papel...

También es muy interesante lo que ocurre en el mundo del sofware libre. Es bueno ver que compañías como AMD estén involucrándose cada vez más con el desarrollo de sistemas operativos con núcleo Linux. ¿Y qué tiene que ver el Linux con el medio ambiente? La verdad es que al no tener una filosofía consumista, puede ser de gran ayuda para el medio ambiente y no sólo por su aspecto filosófico, sino por su funcionalidad.

La semana pasada hablé con un sonidista que está pensando adquirir equipos para la post-producción de sonido de forma independiente. Cuando le pregunté por su plan, él me dijo que ya se está preparando, pero que primero necesita vender su "pote" de Pentium III. Está bien que la tecnología avanza de manera rápida, pero... ¿Por eso tenemos que llamar pote a un computador que hasta hace nada nos servía perfectamente para hacer nuestras labores del día a día? Eso es lo que filosofías como las de Microsoft o Apple hacen con nosotros... Nos obligan a que tengamos 1.5 Gigas de memoria ram para usar la nueva versión de Word... ¡Casi dos gigas para utilizar un procesador de texto! Igual ocurre con los navegadores de Internet, hojas de cálculo y demás aplicaciones que son las más comunes entre usuarios regulares... ¿Acaso no se pueden utilizar estas aplicaciones con muchísimos menos requerimientos de hardware?


Por supuesto que sí, y es ahí donde entran las distribuciones Linux... La última versión de Debian, por ejemplo, puede correr con sólo 64 megas de Ram y 1 GB de disco duro. Con esto basta para poder correr una buena suite ofimática, un buen navegador de red y los programas más comunes que cualquier usuario necesita... Lo mejor de todo es que un computador de estas características se consigue casi regalado en mercados de segunda mano, así que es una buena forma de reciclar...

Y con respecto a mi amigo sonidista, al final le recomendé la distribución argentina Musix, que está basada en Knoppix y tiene decenas de aplicaciones para la producción de audio... Espero que le pueda ser de ayuda.

viernes, 8 de agosto de 2008

Iniciativa verde

Venezuela es un país megadiverso, posee más de 860.000 kilómetros cuadrados del Mar Caribe como "Zona Económica Exclusiva", posee algunas de las reservas de petróleo más grandes del mundo... Y sin embargo, no tiene ningún partido afiliado a la Global Verde... al menos hasta ahora.

Hace una semana, el Movimiento Ecológico de Venezuela se registró como un partido político ante el Consejo Nacional Electoral. Este fin de semana harán una marcha para consignar la lista de candidatos que apoyarán para las elecciones regionales a efectuarse en diciembre, y si bien no creo que asista porque (como habrán visto en este blog) le tengo bastante tirria a los partidos políticos, igual me parece una iniciativa sumamente importante.

Reflexionar y hablar sobre ecología es sumamente importante; pero más importante aún es tomar acciones, y este grupo de personas lo está haciendo. Tal vez todavía no estoy listo para ser militante de un partido político (y tal vez nunca lo esté), pero me parece que el momento de apoyar estas iniciativas es AHORA... El planeta es uno solo y nos necesita.

jueves, 3 de julio de 2008

Programas, piratería y código abierto

Recientemente he comenzado a tener mis primeras experiencias con sistemas operativos Linux, y la verdad es que el resultado es muy positivo. Me he enfocado un poco en Ubuntu Studio, principalmente porque está orientado a la realización de audio y video, área profesional en la cual me desempeño.

La principal razón por la cual comencé a buscar opciones de edición de código abierto es porque las opciones de programas privados son, simplemente, demasiado costosas. Y me explico, no es que los precios de Avid, Adobe Premiere Pro o Final Cut sean demasiado elevados, porque los precios son apenas 2.500, 1.600 y 1.200 dólares, respectivamente; una cantidad de dinero modesta si se piensa en la cantidad y calidad de tecnología a la que se está accediendo. Además, más que un gasto es una inversión a la cual pronto se le debería ver el retorno.

Luego de llamar a las distribuidoras locales de dichos programas, se me quitaron por completo las ganas de adquirir estos programas. La suite de Avid, esa misma que cuesta apenas 2.500 dólares en su página web, me fue ofrecida por el “módico precio” de 13.500 BsF (unos 6.280 dólares) por el distribuidor en Venezuela. El Adobe Premiere Pro, un programa con el cual ya he podido trabajar en algunas productoras (y cuyo precio ronda los 1.600 dólares) me lo ofrecieron en 11.000 BsF (5.100 dólares). Después de escuchar esto sólo me quedó una duda:

¿Los distribuidores están en drogas?


¿Quién creen que van a comprar esos programas por esos precios? Además, tanto Avid como Adobe ponen sus productos a la venta desde su misma página web, al precio en dólares en EE.UU. Por si fuera poco, en el caso de Adobe Premiere Pro, uno se puede bajar directamente el programa desde Internet, lo que hace innecesario esperar por la llegada de un DVD o sus manuales (los cuales son enviados en PDF, algo que agradecerán algunos árboles).

Esta es una excelente opción… si yo viviera en otro país. Pero para quienes no conocen la realidad venezolana, deben saber que en la actualidad los venezolanos no podemos gastar más de 400 dólares anuales por concepto de compras por Internet, con lo cual se hace imposible adquirir cualquiera de estos productos. Entonces, ¿qué opción queda? ¿Comprar el producto con más de un 100% de sobreprecio?

La verdad es que con 13.500 BsF creo que podría comprarme un pasaje a Miami, pagar la estadía, comprar allá el Avid Media Composer Y el Adobe Premiere Pro (puesto que sí disponemos de 5.000 dólares anuales por concepto de uso de tarjetas en el extranjero). En resumen: con lo que me cobra un distribuidor venezolano, puedo comprarme los dos programas en EE.UU. además de pagarme las vacaciones.

Lo peor de todo es que es un secreto a voces la presencia de copias piratas de todos estos productos en diversos puntos de vendedores informales del país. Y por si no quiere pagar los 3 o 5 BsF que cuestan estas copias en DVD pirata, ya es posible bajarse muchos de estos programas a través de protocolos P2P como Emule o LimeWare.


La verdad todo esto me lleva a una reflexión, recordando los conceptos de centro y periferia que a principios del siglo XX aplicara la Escuela de Frankfurt a los conceptos de Comunicación, pero en este caso aplicado la tecnología. Es bastante absurdo que quienes no vivamos dentro de las fronteras de EE.UU. (centro), sino en Latinoamérica (periferia) debamos pagar el “sobreprecio” de transporte de los productos, sobretodo tomando en cuenta que nuestras economías son mucho menos fuertes que las de los países del G8

La verdad es que con este panorama es muy complicado tomar postura por ninguno de los dos bandos. Tanto piratas como corporaciones tienen ambos cosas buenas y cosas malas, pero ya esta entrada está muy larga, así que hablaré más al respecto en otra ocasión.

sábado, 3 de mayo de 2008

What’s the deal with pets?


Advertencia: este post puede herir la susceptibilidad de algunos lectores de este blog.
Recientemente fui atacado por un gato. La situación fue divertida cuando menos, aunque lamentablemente, por tratarse de un gato “domesticado” (¿que ataca?), tuve que contener mi reacción de autodefensa; en otras palabras, no pude patear al gato. No podía hacerlo simplemente porque, de haberlo hecho, probablemente me habrían botado de la casa y la dueña del gato me habría dejado de hablar.

Muchos dirán: ¡por supuesto! Pero yo la verdad, que siempre le busco las cinco patas (precisamente al gato) me puse a pensar: si la dueña y yo somos de la misma raza, ¿no debería apoyarme a mí? ¿Acaso se perdieron todos los valores que cultivamos durante la prehistoria, cuando los homo sapiens nos apoyábamos mutuamente ante el ataque de otras especies?

Tal vez el problema viene porque dejamos de ver a los animales como lo que son, y empezamos a verlos como “miembros de la familia”. Ahora, ¿cómo puede un animal de otra especie ser “miembros de la familia”? ¿No se supone que los familiares deben tener nexos de sangre, o al menos la misma cantidad de genes?

Pero mejor olvidémonos del cómo. Es evidente que el proceso de “integración” de un animal a una familia es un acto puramente psicológico, principalmente, por parte de los dueños (sí, dueños... no padres). Más importante es saber, ¿por qué alguien quiere tener a un animal metido en su casa y lo tratan como a un “miembro de la familia”?

No me malinterpreten, yo tuve mascotas. Por supuesto que no un gato, sino un perro… Y no cualquier perro. Era un pastor inglés:


Además, en esa época vivíamos en una casa y el perro tenía bastante espacio para jugar y hacer lo que quisiera. Pero más importante aún, y lo que le da sentido a que tuviera una mascota, es que yo era… ¡un niño!

Yo entiendo perfectamente que un niño quiera tener una mascota; es más, me parece que es lo más sano, y casi debería ser una obligación. Una mascota no sólo será un compañero de juegos; si le hacemos entender al infante que se trata de una criatura viviente que está a su cargo, podrá aprender importantes lecciones sobre responsabilidad, cariño, cuidados y hasta es posible que si eventualmente la mascota muera, sería una primera lección sobre el eterno ir y venir del ciclo de la vida.

Cuando era adolescente, mi hermana y una prima que vivía con nosotros decidieron pedir otro perro. Ya en esta oportunidad vivíamos en un apartamento, y yo ya estaba en otra etapa de mi vida, en la cual no me interesaba en lo más mínimo ocuparme de un perro. Además, tener al pobre animal en un apartamento era una tortura para él. Rasgaba los muebles, hacía desastres…

Lo insólito es que yo no quería tener el perro, y a veces mi hermana o mi prima me culpaban por no “aceptarlo”. Un momento, ellas peleaban con el perro todos los días para que hiciera sus necesidades en tal sitio, para que se acostumbrara a que hay un horario para las cosas, y para que respetara ciertas “normas”. Normas humanas. Es decir, ellas suprimían toda su “caninidad” para sembrarle una “humanidad” que el perro no tiene… ¡Porque es un perro! Pero era yo quien no aceptaba al perro… ¿Tiene esto algún sentido?

Al final el tiempo me dio la razón y mi madre terminó dándose por vencida y regalando el perro a unos amigos que vivían en Galipán, en una casa con un terreno muy grande, y donde esperamos que haya tenido una vida (de perro) bastante más digna.

Actualmente mi prima está casada y vive en el exterior. El matrimonio adoptó un perro, lo que me lleva a la verdadera pregunta de esta entrada, ¿para qué rayos quiere alguien adulto, ya en etapa de formar una familia, tener una mascota? ¿Será acaso para satisfacer sus instintos maternales (o paternales)? ¿No será que la sabia naturaleza nos dio estos instintos para que hagamos algo como, no sé… tener hijos? ¿O es que acaso, si no nos sentimos preparados para tener hijos, entonces decidimos tener un animal como un “simulacro”, mientras tenemos los de verdad?

Lo más terrible de este proceder es que, quien tenga un animal en la casa y después desee tener un hijo se enfrenta a un posible problema muy grave: los celos de su mascota ante esta nueva criatura viviente.


Una vez estaba de visita en una casa de familia y tuve el infortunio de ver un gato atacar a un niño de la casa. Por la reacción de la familia, no era la primera vez que pasaba, ya que al parecer el gato tenía más tiempo en la casa que el niño y sentía celos cada vez que la familia le dedicaba más tiempo al infante que a él. Lo que sí me pareció verdaderamente funesto, fue ver cómo la señora, lejos de regañar (o patear, o botar de su casa) al gato, decidió simplemente reprenderlos (a los dos, a su nieto y al gato) por la “disputa”. ¿Qué clase de problema mental debe tener alguien para tratar a su nieto, sangre de su sangre, igual que como trata a una mascota?

La conclusión de esta entrada, o al menos mi reflexión personal (tómenla o déjenla) es algo bastante evidente: las mascotas “NO” son sus “hijos” ni son seres humanos. Get over it!

Si la madre naturaleza hubiese querido que tuviesen nombres, les habría dado la capacidad de hablar y de autollamarse de alguna forma. Si quisieran que usaran ropa, les habría dado la capacidad de confeccionarla.

Ya para cerrar, si algún dueño de mascotas ignoró la advertencia al principio de esta entrada y siente que ofendí a su “pequeño”; no se preocupen, ellos no tienen la capacidad de leer y sentirse ofendidos.

miércoles, 30 de abril de 2008

Paint it black

Hace más o menos una semana se celebró el Día de la Tierra. Como muchos de los seres humanos que pueblan este planeta, realmente no puse mucho de mi parte para mejorar el medio ambiente, y por esto he decidido pintar mi blog de negro.

No, no es por un luto, sino porque el que el fondo de pantalla sea negro, implica que cada uno de sus monitores, al leer esto, emplea menos energía en recrear el blog. De esta forma, aunque sea algo muy pequeño, tanto ustedes como yo hacemos algo por el medio ambiente.

Hay que recordar que en cada cosa que hacemos, podemos marcar la diferencia.

jueves, 6 de diciembre de 2007

'30 Rock' o la autocrítica necesaria

En un momento en el cual las series de humor norteamericanas parecen pasar por su peor momento en décadas, 30 Rock se alza como una de las mejores opciones para hacer reír. La serie creada por Tina Fey (me mata esta mujer) cuenta con muchas razones para sacarle más de una carcajada a los espectadores: desde unos guiones tan fumados como Los Simpson, hasta una actuación de Alec Baldwin que le ha merecido el Globo de Oro.

En mi experiencia personal escribí durante cuatro años en un programa de humor y lidié con caprichos de ejecutivos y actores. La verdad, tengo muchas razones para sentir empatía con el personaje de Liz Lemon (Tina Fey [que insisto que me encanta]), pero lo que verdaderamente me sorprende de esta serie es que critique tan duramente a la NBC norteamericana… ¡siendo una producción de la propia NBC!

En el primer capítulo se critica que la General Electric, al comprar la NBC, movió el alto cuadro gerencial e introdujo a un vicepresidente de programación (Alec Baldwin) que lo único que sabía era hacer hornos microondas. En otros capítulos se critica cómo esta corporación es capaz de vender un producto que no funciona, simplemente colocándole la foto de un actor para que venda… E incluso en un momento cuando se manejó la posibilidad de una lluvia de demandas en contra, Jack Donaghy (Baldwin) ofreció la solución de vender el producto en un país donde no se respetaran mucho las leyes. "¿Qué te parece Venezuela?" Le preguntó éste al personaje de Tracy Morgan.

La cumbre llegó en el capítulo de esta semana cuando se presentó que todo el asunto del “cambio climático” era aprovechado por G.E. como una moda para vender productos más caros. Al final del episodio, en medio de una pelea corporativa, un globo terráqueo que formaba parte de la escenografía procede a quemarse en un accidente, mientras Liz Lemon grita: “Se dañó esta Tierra. ¿Tenemos una de repuesto?”.

El nivel de autocrítica que se presenta en esta serie no sólo alcanza a la NBC, sino a toda la sociedad norteamericana en general. ¿Será simplemente para causar al público la catarsis? ¿O será para neutralizar cualquier crítica de terceros ante la autocrítica que ellos mismos se aplican? Tal vez lo importante no es encontrar respuesta a estas preguntas, sino sentir que la clase empresarial gringa tiene claro cuáles son sus fallas y habla de ellas en voz alta, ejerciendo un nivel de autocrítica que ni sus más terribles detractores harían.

Lo más importante: la autocrítica habla de un nivel de madurez. Creo que en Venezuela diversos canales de TV, y tanto la clase política como la empresarial deberían empezar a tomar nota.