Desde hace un par de meses comencé a trabajar como "scheduler" en History Channel Latinoamérica (aunque honestamente, no sé cuánto tiempo estaré allí). Me encargo de organizar la programación del canal. El trabajo es interesante, y me permite conocer una parte del mundo audiovisual con la cual había tenido poco contacto (¿ven todo lo que tengo que racionalizar para no sentirme mal por tener un sueldo infame?). Además, me brinda la oportunidad de ver algunas de las series que serán transmitidas meses antes de que salgan al aire.
Una de las series que más me causa expectativa es una que se llama
Rome: Rise and Fall of the Empire (y que espero titular,
Roma: Auge y Caída del Imperio). A través de docudramas y entrevistas con historiadores, esta mini serie estudia las diferentes razones sociales, políticas y económicas por las cuales la civilización más grande que ha existido en el mundo occidental declinó hasta desaparecer.
Arriba: El sueño de la izquierda latinoamericana.
El primer capítulo trata sobre las primeras guerra bárbaras, y de cómo Cayo Mario llegó al poder. Los historiadores coinciden en que esta ascensión del militar a las altas esferas políticas de Roma fue lo que inició el proceso de declive. ¿Cómo? Aprovechando sus victorias militares, y utilizando el miedo de la población hacia los Bárbaros para venderse como el único que podía defenderlos de la amenaza germana. De esta forma, cambió la ley romana y promovió su elección como cónsul (la mayor magistratura de Roma) durante siete períodos consecutivos, algo sin precedentes en esa época. Los historiadores coinciden en que este proyecto personalista fue lo que pavimentó el camino para el fin de la República y el inicio del Imperio.
El miedo ante una amenaza externa siempre ha sido un gran detonante para proyectos personalistas de personas que buscan perpetuarse en el poder. Desde Cayo Mario hasta Hitler, pasando por casi todas las dictaduras latinoamericanas del siglo XX (en las de la izquierda los malos eran los gringos, en las de derecha, los comunistas). Incluso en la Guerra de las Galaxias se vio este esquema calcado en la figura del senador Palpatine, ese inocuo senador que se aprovechó de la amenaza separatista para convertirse en el Emperador.
En la actualidad hay dos gobernadores latinoamericanos que hacen todo lo posible por perpetuarse en el poder: Álvaro Uribe y Hugo Chávez. Ambos tienen sus enemigos: la guerrilla y el imperio, respectivamenbte... Y ambos utilizan su carisma y popularidad para exacerbar el miedo de la población ante esta "amenaza" y venderse a sí mismos como la figura mesiánica, los únicos capaces de sacar adelante sus países. Esto, porque al parecer el resto de los ciudadanos, sin sus liderazgos, estaríamos montados en árboles gruñendo y lanzándonos pupú unos a otros.
Arriba: Latinoamérica sin sus geniales presidentes (según sus seguidores).Decía Santander: "Colombianos, las espadas les han dado la independencia, pero las leyes les darán la libertad". Esto en referencia a algo que se venía gestando desde aquella época, los personalismos exacerbados que rondaban por América Latina (no olvidemos que Bolivia está nombrado tras una persona, por ejemplo... Sí, una persona, por más divinidad y romanticismo con la que la quieran aderezar).
Los personalismos y liderazgos mesiánicos nunca han permitido a las sociedades desarrollarse, en principio porque el líder es como ese padre sobreprotector que inscribió a su hija en un colegio ultracatólico y nunca le dejaba tener novio. Si algunos de ustedes tuvo la oportunidad de estudiar con una chica así, sabrán en qué se convirtió apenas llegó a la adultez, ¿no?
Los líderes, desde mi punto de vista, representan todo lo contrario a lo que un estado moderno debería tener. El civismo no se construye en base al respeto a líderes ni a proyectos políticos, sino en base al respeto a las leyes y a las libertades individuales. Entonces, un ciudadano bien adaptado, que respete las leyes y tenga bien claro su rol en la sociedad... ¿Para qué necesita un líder? ¡Para nada, por supuesto! En principio, un ciudadano con verdadera conciencia social, y que ve a la comunidad como un grupo de personas donde todos somos iguales y cada uno hace su trabajo, jamás debería ver a un mandatario como un líder, o como alguien que está por encima de él... De hecho, eso estaría en contradicción con toda la teoría marxista (aunque tal vez no la marxista-leninista).
Entonces, ¿hacen falta líderes? Sólo para aquellos que los necesitan...
Como él...