martes, 25 de marzo de 2008

¿Dónde y cuándo vivir?

Héroes, se me antoja como una de las mejores series de televisión en los últimos años, al menos dentro de mi subjetivo sistema de valores. Las razones son muchas y las desarrollaré en otra entrada, pero quisiera dedicar ésta a una reflexión muy particular derivada de un momento de esta serie norteamericana.

Sin entrar en mayores explicaciones de la trama, sólo basta decir que el personaje de Nathan Petrelli se reúne con un misterioso senador de apellido Lindermann (magistralmente interpretado por Malcom McDowell, por cierto). Si bien el contexto en el cual se produce esta conversación hace de la escena un momento sublime en la historia, no hace falta seguir la serie para entender el significado más amplio de este pequeño diálogo, que en español dice más o menos así:

Lindermann: Nathan, llega un momento en la vida de cada hombre en que tiene que preguntarse si quiere una vida de felicidad, o una vida de significado. Entonces… ¿quieres una vida de felicidad o una vida de significado?

Nathan Petrelli: Quiero ambas.

Lindermann: Oh, pero eso no se puede… Para vivir una verdadera vida de felicidad, hace falta vivir en el presente, sin preocuparse por lo que ha ocurrido ni por lo que yace adelante. Pero para una vida de significado, uno está condenado a sumirse en el pasado y obsesionarse con el futuro. Piénsalo. La decisión es tuya.

domingo, 16 de marzo de 2008

Caracas y la anarquía

Si bien nací y crecí en esta hermosa ciudad que adoro, debo confesar que cada vez me cuesta más trabajo vivir tranquilo en Caracas. No sé si es que la inocencia de mi niñez, la cual pasé cerca del centro de la ciudad, me impedía ver tantos problemas que afectaban la ciudad. Bueno, en realidad sí los veía, pero eran diferentes. Viviendo cerca del Barrio Los Erasos, más de una vez me atracaron, pero era otro tipo de delincuencia. Recuerdo particularmente una vez que un par de choros me asaltaron nos asaltaron a un primo y a mí, diciéndonos: “nos dan los cuarticos de chicha, o les caemos a golpes”. Eventualmente nos caíamos a golpes y logramos defender los cuarticos de chicha que nos había mandado a comprar mi abuela… Lejos de ser una tragedia violenta, fue un cuento hasta divertido que todavía comparto con mi primo.

Ni si quiera quiero dedicarme al tema de la violencia, que tanto nos aqueja a los caraqueños. En realidad quisiera concentrarme en otro aspecto que me parece más preocupante, porque creo que en él reside el génesis de la violencia, pobreza y otros problemas de nuestra sociedad: la anarquía.

Hace unos días caminaba por el Boulevard de Sábana Grande y vi una imagen que no sólo me impactó a mí, sino a los transeúntes que caminaban conmigo: el semáforo se puso en rojo para los vehículos y en verde para los peatones. Ciertamente habían transeúntes que cruzaron aún cuando no estaba permitido (primer síntoma de anarquía) pero el verdadero problema es cuando los pocos que sí esperamos para cruzar cuando nos toca, comenzamos a hacerlo y una decena de motos casi nos arrolla porque no sólo no respetó el semáforo, sino tampoco el derecho a cruce de los peatones… Pero la verdadera guinda del pastel vino cuando uno de los transeúntes (no era yo) se volvió para insultar a los motorizados y todos nos dimos cuenta de que los motorizados eran Policías… ¿? Si los policías no respetan los semáforos y casi arrollan peatones en su imprudencia, ¿qué queda para los demás?

Creo que el problema de anarquía que hay en Caracas es muy grave. Ya sea por razones de necesidad (que da origen al llamado comercio informal), inseguridad (la gente que no se detiene en los semáforos rojos por miedo a ser atracados) o simplemente imprudencia (los peatones que cruzan cuando les da la gana) los caraqueños poco a poco están perdiendo cualquier vestigio de ciudadanía y sumiéndose en un complicado proceso de descomposición social que parece llevarnos a una anarquía casi barbárica. Cruzar una calle en Caracas dejó de ser un contrato social para volver a la ley del más fuerte. Y creo que el principal problema de esto se vive precisamente por la pasividad de las autoridades.

Hace más de un año, choqué con un motorizado en La California. Él decía que era mi culpa y yo decía que era la suya (y todavía lo mantengo). El hecho es que como no paro de buscarle simbolismos a todo lo que me pasa, el choque se dio justamente frente al Instituto Nacional de Transporte Terrestre. Rápidamente viene un fiscal, nos pide los papeles y se marcha a corroborarlo. Hasta aquí todo bien. Pasados un par de minutos el oficial se acerca nuevamente, nos devuelve los papeles y nos dice: “bueno, resuelvan esto entre ustedes…”. ¿? Es decir, hubo un choque y el tipo ya sea por negligencia, descuido o simplemente fastidio, decidió no levantarlo. ¿Es eso normal?

O hablando de un problema que no me concierne, pero que observo todos los días: que justamente frente a la Asamblea Nacional, la misma Asamblea que sancionó la ley de lícitos cambiarios, se coloquen todos los días unos tipos gritando: “vendemos euros, dólares”… ¿Es normal? ¿Será que yo estoy confundido?

Pensaría que es un problema nacional de no ser porque hace como unos tres años estaba en Mérida y después de que alguien se comió una luz escuché a un peatón a mi lado decir con acento andino: “seguro era caraqueño”. Definitivamente, los nativos de esta ciudad estamos completamente rayados a nivel nacional por nuestra completa falta de ciudadanía.

Tal vez no todo está perdido. Puede ser que el control de los buhoneros y la llamada “recuperación” del boulevard de Sabana Grande sea el primer vestigio de que las autoridades quieren volver a preservar algún tipo de orden en la sociedad. Además, se ha mantenido ese pequeño estandarte de ciudadanía que aún hoy priva en Caracas: el Metro. Y esto no gracias precisamente a los usuarios, sino a las autoridades que insisten en recordar que hay que pararse detrás de la raya amarilla, que dejar salir es entrar más rápido y que hay que ceder el puesto.

Lo cierto es que Caracas es una ciudad muy surreal que obedece a unos criterios bastante raros. Mientras en la mayoría de las urbes del mundo el sistema de buses es algo seguro y el sistema de metro es un servicio decadente que además suele ser guarida para delincuentes… Acá ocurre todo lo contrario. Definitivamente somos la ciudad al revés, y el hecho de que todos los días la Policía de Baruta tenga que colocar conos en la Autopista de Prados del Este para recordarles a los conductores que el hombrillo no es el canal rápido, lo demuestra.

domingo, 2 de marzo de 2008

Extracto del día

“Sin Conocimientos el hombre no sale de la esfera de los brutos, y sin conocimientos sociales, es esclavo.

El que manda pueblos en este estado se embrutece con ellos.

En creer que gobierna porque manda, prueba que ya piensa poco.

En sostener que sólo por la ciega obediencia subsiste el Gobierno, prueba que ya no piensa."


Simón Rodríguez en Luces y virtudes sociales.